lunes, 10 de diciembre de 2007

Ho, ho, ho…



Hace unos dias empecé a notar algunos cambios en mi entorno, las vidrieras van mutando hacia la gran compra de Navidad. Con la excusa del nacimiento del niñito Jesús, comerciantes de distintas religiones se aprestan a la venta de todo su stock, antes que se termine el año. Los shoppings apestan mas que antes, con sus vidrieras a tope en el clásico colorado y blanco, que supongo estarán inspirados en los colores del traje de combate de Papá Noel. ¿Papa Noel? ¿De donde salió? Si, si, ya sé, dicen que de los paises del Norte, pero porque invadió el hemisferio sur? ¿Porque hacernos sentir culpables por no haberle comprado regalos a fulano?. De movida, voy a desconfiar de un señor que baja por la chimenea y conserva su uniforme impecable.
Cuando era un nene, me encantaban las fiestas, mi grupo familiar compuesto de papa (no Noel), mamá (no la pacha) y dos hermanos, íbamos a festejar Navidad a la casa de mis abuelos maternos, mi abuelo además cumplía años el 25 de Diciembre, por lo que venia de fiesta corrida, a eso sumarle, los 5 hermanos de mi madre con toda su descendencia…pffua!!!! Que fiesta….hasta fuegos artificiales había, que nos distraian mientras el barbudo de uniforme dejaba los regalos cerca del arbolito, todo magia. Cuando me enteré que el gordo no existía y que los regalos los habían comprado mis padres, sentí la pérdida de la inocencia y otro indicio mas que la realidad a veces pasa por otro lado, bienvenido al grupo de los avivados, a partir de allí y siendo el hermano mayor, debía continuar con la mentira y avivar la fantasía del gordo que tenía a esta altura muy deteriorada su imagen. Con el tiempo tuve hijos y les mentí tal cual lo habían hecho conmigo. Habrá servido de algo?.
Luego me separé y entonces las fiestas de ellos eran distintas, que si me toca con quien….así no era cuando yo era chico.
Pasaron los años y me di cuenta que lo que nos había pasado a nosotros les había pasado a muchos otros. Las fiestas eran otra cosa, había cosas por festejar, la clásica de todo tiempo pasado fue mejor, ahora parece que tiene validez, ya que no escucho la alegría de antes y no es porque soy adulto, es porque no está esa alegría y la euforia de “la familia unita” al decir de los Campanelli y se le agrega el condimento de las familias ensambladas, las mentiras cruzadas, la sensación de no llegar, de no cumplir, de no poder.
Fuertes vivencias de otra época donde las vidas se vivían intensamente aún con mentiras, mientras que los medios y su colonización nos fueron enjuagando las alegrías, hasta pasar a que ya no importa tanto la reunión de la familia en una cena anual, sino la expectativa de ir de compras, aplacando así el stress que se produce por estos días.
Compras compulsivas, mientras pasamos de ser protagonistas en otra época, a simples espectadores de lo que nos pasa hoy.
HO, ho, ho… Feliz Navidad.

No hay comentarios: