lunes, 28 de enero de 2008

TOMATELO CON SODA

Nuevamente dejé pasar el tiempo desde mi última entrada y no es que no tenga cosas para escribir y compartir, pero estaba esperando que pasara algo realmente movilizante, algo realmente importante en mi vida….y la vida pasa y caigo en la cuenta que me están pasando cosas importantes todo el tiempo, lo que siento es que no le doy la importancia que tienen. “La vida es eso que pasa, mientras nosotros estamos ocupados haciendo otras cosas” sentenció John Lennon. Por eso me tomaré este rato para rendir un sincero y merecido homenaje al sifón Drago (al que?... Al sifón Drago).
Por haber estado en otras latitudes empezaré por ilustrar sobre la palabra sifón, que segùn la RAE es: 3. m. Botella, generalmente de cristal, cerrada herméticamente con una tapa por la que pasa un sifón, cuyo tubo tiene una llave para abrir o cerrar el paso del agua cargada de ácido carbónico que aquella contiene.
Antes eran de vidrio, con el cabezal de metal, solo se consiguen esos viejos sifones en la feria de San Telmo como reliquias para adorno, ya que hoy tenemos el mismo diseño pero con envase de plástico. Salvo, salvo….el gran Drago.
El sábado agarré la bici y salí en la búsqueda de un repuesto para la bordeadora ya que los yuyos tomaron mi casa y en la ferretería tenían en exhibición una carga de repuesto del drago original, al preguntar cuanto valía, me dijo el Sr. que no había pero que podía averiguar y que si estaba con la urgencia de tenerlo podía conseguirlo en Verduga y Márquez….sin pensarlo demasiado, me di cuenta que quería mi sifón y allá fui. Resultado, Pedro, dueño del local le pidió a Ramón que me enseñará su uso, para no traicionar la muy buena disposición de Ramón me hice el que no sabia como funcionaba y atendí toda la explicación. Al irme, Pedro, a quien no conocía hasta entrar a su local, me preguntó si tenia familia, mas precisamente hijos, al decirle que ya eran grandes, me dijo, “no importa, llevales esto”…Mientras extendía su mano con un paquete de obleas para ellos, al darse cuenta que estaba abierto, se puso un poco mal y dijo –se despego acá-. Viendo su buena intención y no entendiendo porque tenía tan noble gesto, callé, me subí a la bici y vuelta a casa. Que lindo que es vivir en un barrio, que linda es mi gente.
Desde entonces y a la fecha llevo una vida tranquila ya que me lo estoy tomando todo con soda.
NdelaR Por no conseguir la estrella de la bordeadora, la arreglé al decir de mi último ex suegro en forma “provisoria”, con una tapa de mayonesa. Y funciona.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Que lindo Texto Jorge! Me gustó mucho leerlo. Como sabrás también soy de un barrio vecino en donde uno va descubriendo a esos lindos personajes que te hacen la vida más livianita,o por lo menos te roban una sonrisa por un rato.
Un abrazo grande y vamos que este 2008 que va a ser un muy buen año.
Tati

José Soriano dijo...

Muy bueno mi querido compadre. Le mando un fuerte abrazo fraterno desde Montevideo. En cuanto regrese sus Buenos Aires, lo llamare para ir a tomarnos un vino y comer unos bifes.
Ta güeno eso de dejar de pensar en todo y, cansinamente, llevar sus bien usados cincuenta años a pasear por la vida...

abrazo
js

Anónimo dijo...

me gusto el relato Jorge :) espero tu año continue de la mejor manera.... abrazo grande, marcelo vega

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Hola Jorge,

Todavia puedes encontrar
sifones de soda antiguos en otros lugares. Por ejemplo, aqui en Alemania hay una empresa que se llama Die Siphon Manufaktur, y ellos restauran a los sifones de soda de Sparklets, los que eran de vidrio y fabricado en los años 1920 y 1930.